Es el consciente; esa capa o superficie que se va tejiendo. Diseños espontáneos que se forman en el borde del tapete, otorgando volumen y forma. El ojo que mira y la mano que mueve la aguja del tejedor. El hilo que va tejiendo en esa puntada instantánea que es el ahora.
La onda superficial que se dibuja sobre la
posa, cuando la quietud del remanso, es agitado por una rama, una hoja o pétalo
al caer. Patrones que dibuja la corriente con la gravedad del agua al correr
entre las piedras. Ondas concéntricas, triangulares y radiales que se expanden,
chocan, y se interfieren, así el pensamiento consciente como la superficie del
agua. Así la consciencia.
El subconsciente es como esas capas ya tejidas,
con una sola hebra de hilo ya tejido en capas profundas del tapete. Así es el
pasado, la carne, la solidez y los recuerdos. La memoria de la humanidad, la
memoria fisiológica del individuo. Subconsciente, es ese tejido biológico de
venas, neuronas y hueso que ya ha sido construido con el recorrido evolutivo de
los organismos antecesores. Desde al átomo, a la proteína, al individuo y a la
tribu.
Son los círculos internos del tapete que el tejedor dejó la noche anterior, la semana y el siglo anterior
La memoria de toda la línea ancestral es
ese tejido, ese árbol que, desprendiéndose de sus cascarones inútiles, ha ido
construyendo su propia madera, célula tras célula, anillo tras anillo en sus
estadíos biológicas. Desde el núcleo hasta la corteza, y el animal desde la
medula ósea hasta la epidermis, de las hormonas hasta la mas superficial
neurona perceptora. Somos memoria con piel, y en la piel. Células y recuerdos,
piel y pensamiento.
Así el individuo actual como una
ramificación, del árbol ancestral que florece en el ahora. La materia inteligente
que edifica ojos para observarse, y los fenómenos que experimenta, son la
actualidad, la consciencia.
La consciencia es la observación y
experiencia de ser. Individual, como una diminuta pompa de jabón emergente y
expansiva. Una burbuja que no desaparece mientras se es consciente, y que brota
de la enorme burbuja potencial que es el universo. Cosmos que se refleja en
cada burbujita de observación, y se multiplica con cada una como semillas de
nuevos universos potenciales.
Y el ser consciente es ese momento de
expansión de cada burbuja que observa en su superficie la realidad, no
aleatoria sino siguiendo los patrones de su memoria geológica y biológica. Y
que al observarse a sí misma puede dibujar en los colores de la superficie de
la burbuja, la realidad que su voluntad puede sostener con el poder sostenido
de su atención.
El pensamiento, luz aleatoria, cual aurora
que dibuja patrones difusos de una tormenta solar, toma formas elegantes, y tramas
complejas, diseños definidos cuando la conciencia se coloca firme en uno de sus
filamentos de energía sutil y sin soltarlo, lo desenhebra y reconstruye tejidos,
destinos a voluntad.
Así la voluntad, la voluntad consciente,
puede tejer los diseños de la próxima capa. Reconstruir incluso capas
anteriores cuando profundiza, introduciendo su aguda aguja del pensamiento en
sus capas profundas, en la memoria fisiológica. Reprogramar su existencia con
la paciencia de un genio, el poder divino de su creación.
Así la sentencia y el oráculo “conócete a
ti mismo” constrúyete a ti mismo, imagínate y rediséñate en cada una de las
capas de la memoria. Observa el tejido de lo que eres, y teje a voluntad.
Programar las capas de la consciencia que podrían emerger como ramificaciones,
cortezas nuevas, raíces nuevas y semillas de información que producirán su
propia multiplicación y expansión eterna.
La subconsciencia sería esa memoria
almacenada como conductas fisiológicas. Lo aprendido por hábitos de movimiento,
orgánicos como caminar, orgánicos y evolutivos como la misma mitosis, la
circulación, y todas las funciones metabólicas. Toda la memoria celular de
recordar como moverse, alimentarse y reproducirse. La mima memoria de las
moléculas de ADN son parte de lo mas profundo en el subconsciente, que alguna
ves o en alguna etapa fue la aleatoriedad emergente y superficial y que por atención
sostenida y selección natural se ha consolidado debajo de nuevas capas
conscientes que dan volumen temporal a su realidad. Como el rio va creciendo
formando la cuenca y la llanura, el tejido cubre poco a poco la mesa y la
catedral.
Ya amaneció. Seguiré luego esta línea de pensamiento.