miércoles, 18 de enero de 2023

La consciencia, tejedora.

 

Es el consciente; esa capa o superficie que se va tejiendo. Diseños espontáneos que se forman en el borde del tapete, otorgando volumen y forma.  El ojo que mira y la mano que mueve la aguja del tejedor. El hilo que va tejiendo en esa puntada instantánea que es el ahora.

La onda superficial que se dibuja sobre la posa, cuando la quietud del remanso, es agitado por una rama, una hoja o pétalo al caer. Patrones que dibuja la corriente con la gravedad del agua al correr entre las piedras. Ondas concéntricas, triangulares y radiales que se expanden, chocan, y se interfieren, así el pensamiento consciente como la superficie del agua. Así la consciencia.

El subconsciente es como esas capas ya tejidas, con una sola hebra de hilo ya tejido en capas profundas del tapete. Así es el pasado, la carne, la solidez y los recuerdos. La memoria de la humanidad, la memoria fisiológica del individuo. Subconsciente, es ese tejido biológico de venas, neuronas y hueso que ya ha sido construido con el recorrido evolutivo de los organismos antecesores. Desde al átomo, a la proteína, al individuo y a la tribu.

Son los círculos internos del tapete que el tejedor dejó la noche anterior, la semana y el siglo anterior


Son las corrientes de agua profundas en el remanso de agua. Las que no se ven, pero mueven las piedrillas, y dan vida a los peces.

La memoria de toda la línea ancestral es ese tejido, ese árbol que, desprendiéndose de sus cascarones inútiles, ha ido construyendo su propia madera, célula tras célula, anillo tras anillo en sus estadíos biológicas. Desde el núcleo hasta la corteza, y el animal desde la medula ósea hasta la epidermis, de las hormonas hasta la mas superficial neurona perceptora. Somos memoria con piel, y en la piel. Células y recuerdos, piel y pensamiento.

Así el individuo actual como una ramificación, del árbol ancestral que florece en el ahora. La materia inteligente que edifica ojos para observarse, y los fenómenos que experimenta, son la actualidad, la consciencia.

La consciencia es la observación y experiencia de ser. Individual, como una diminuta pompa de jabón emergente y expansiva. Una burbuja que no desaparece mientras se es consciente, y que brota de la enorme burbuja potencial que es el universo. Cosmos que se refleja en cada burbujita de observación, y se multiplica con cada una como semillas de nuevos universos potenciales.

Y el ser consciente es ese momento de expansión de cada burbuja que observa en su superficie la realidad, no aleatoria sino siguiendo los patrones de su memoria geológica y biológica. Y que al observarse a sí misma puede dibujar en los colores de la superficie de la burbuja, la realidad que su voluntad puede sostener con el poder sostenido de su atención.

Cual tejedor que imita una parte del tapete, con diseños especiales de su imaginación. Siendo la imaginación una burbuja virtual que puede programar a voluntad, ese poder hipersensible de la consciencia, el tejido realidad con el pensamiento.

El pensamiento, luz aleatoria, cual aurora que dibuja patrones difusos de una tormenta solar, toma formas elegantes, y tramas complejas, diseños definidos cuando la conciencia se coloca firme en uno de sus filamentos de energía sutil y sin soltarlo, lo desenhebra y reconstruye tejidos, destinos a voluntad.

Así la voluntad, la voluntad consciente, puede tejer los diseños de la próxima capa. Reconstruir incluso capas anteriores cuando profundiza, introduciendo su aguda aguja del pensamiento en sus capas profundas, en la memoria fisiológica. Reprogramar su existencia con la paciencia de un genio, el poder divino de su creación.

Así la sentencia y el oráculo “conócete a ti mismo” constrúyete a ti mismo, imagínate y rediséñate en cada una de las capas de la memoria. Observa el tejido de lo que eres, y teje a voluntad. Programar las capas de la consciencia que podrían emerger como ramificaciones, cortezas nuevas, raíces nuevas y semillas de información que producirán su propia multiplicación y expansión eterna.

La subconsciencia sería esa memoria almacenada como conductas fisiológicas. Lo aprendido por hábitos de movimiento, orgánicos como caminar, orgánicos y evolutivos como la misma mitosis, la circulación, y todas las funciones metabólicas. Toda la memoria celular de recordar como moverse, alimentarse y reproducirse. La mima memoria de las moléculas de ADN son parte de lo mas profundo en el subconsciente, que alguna ves o en alguna etapa fue la aleatoriedad emergente y superficial y que por atención sostenida y selección natural se ha consolidado debajo de nuevas capas conscientes que dan volumen temporal a su realidad. Como el rio va creciendo formando la cuenca y la llanura, el tejido cubre poco a poco la mesa y la catedral.



Ya amaneció. Seguiré luego esta línea de pensamiento.

 

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